"Seguimos trabajando con la misma pasión"

Nino Mafferetti, tiene 82 años y desde marzo 1958, con 18 años, se puso al frente del negocio familiar que forjó su padre, Pedro Víctor, un inmigrante italiano.

La llegada de los Mafferetti a la Argentina fue muy desafortunada y, a su vez, con una gran historia. “Mi padre tuvo que disparar de Italia por el fascismo. Fue una partida muy complicada”, cuenta Nino en entrevista con Infonueve y detallo “se fue a España con la compañía de Motores Marelli. Luego, con la Revolución de Yrigoyen, le salió un negocio de importación a la Argentina. Él tenía la novia en Milán – mi mamá – entonces le escribió y le dijo ´no tengo plata y no puedo volver´. Mi madre tenía una casa de moda en Milano. Lo dejó todo y se vino a la Argentina. Ahí empezaron los dos solos, en la década del 30, casi sin saber el idioma. Mi papá empezó a vender productos sarnifugos para la hacienda y el campo, luego los lubricantes y llegaron las herramientas”.

El 9 de agosto de 1940, nació Nino, el hijo de ese inmigrante italiano llegado a la Argentina. “Nací después de 8 años y a los 18 ya estaba listo para continuar con su legado. Me he fogueado de chico y no estoy para nada arrepentido. Lo volvería a hacer. Humildemente, me siento un exitoso de la vida porque hice lo que me gustaba y lo disfruté”.

Así se gestó esta empresa familiar nuevejuliense que hoy lleva cuatro generaciones.

Cada linaje de la familia continúa en la misma área de gestión, tomando las acciones necesarias para lograr una empresa cada vez más sólida y, seguramente, dejando en lo alto la memoria de sus ancestros.

EN EL ADN

Puede decirse que las ventas forman parte del ADN de los Mafferetti. “Cuando tuve uso de razón acompañé mucho a mi padre. Aprendí, porque él era un gran vendedor. Dentro de mis limitaciones, trate de captar esa capacidad innata que tenía”, subrayó con orgullo.

Al tiempo que enfatizó “después, seguí solo, porque Mafferetti no había muchos acá”.

De sus inicios Nino recuerda que “los comienzos nunca fueron fáciles, pero había que salir, tragar tierra y no parar. Salía como sea, no tenía horarios para mí. Siempre me decía tengo que sacrificarme a los 20 años, para que cuando llegue a los 50 este más tranquilo. No fue así, pero estaba feliz con lo que hacía y con lo que hago”.

En ese sentido, subrayó “hay gente que tiene trabajo y se queja. Al trabajo hay que bendecirlo, porque no sabes cómo es la cosa. Dicen que la experiencia se hace quemándose las manos. Mi padre se quemó las manos por mí y de el obtuve su experiencia. Eso es lo que la vida me ahorró. Es fácil en lo complicado”.

No obstante, afirmó que “a las próximas generaciones no les digo nada, solo les muestro por donde es el camino. Si me ven barrer, hay que hacerlo. Hay que trabajar”.

Y la familia fue creciendo y llegaron Victor, Luciano y Guillermina. “Más adelante, nacieron mis chicos. Ellos tuvieron la opción de seguir estudiando o continuar con la saga del negocio. Para mí la venta es apasionante. Es una profesión tan importante como la de un cirujano. Mis hijos estudiaron y hoy son quienes comandan a Mafferetti SA”, relata con pasión.

La cuarta generación de los Mafferetti continúa haciendo historia en nuestra ciudad: Mafferetti Padre puso “la piedra fundamental de este motor” y lo siguieron Nino, los hijos de Nino y los nietos de Nino, quienes representan ese eslabón del futuro. “Mis hijos corrigieron y aumentaron la habilidad”, resume.

TRABAJAR Y TRABAJAR

Pese a las difíciles situaciones por las que ha atravesado el país a lo largo de las décadas, Mafferetti remarcó que “el secreto de mantenerse en pie siempre fue trabajar y ponerle el espíritu. Aún hoy lo hago”.

Esta empresa tiene su nicho comercial orientado a cubrir todas las temporadas. “Tenemos varias unidades de negocio. La distribución de lubricantes, de herramientas, de máquinas de bosque y jardín, electrodomésticos, servicio técnico y reparaciones. Cubrimos todo porque se come todo el año. Cuando una temporada afloja, naturalmente ya está naciendo la otra”, manifestó.

Su experiencia y tesón siempre lo llevaron a manejarse con mesura. “Cuando mejor te vayan las cosas, más tenés que ir pensando en lo que viene, en la emergencia. Si no ocurre, no pasa nada y si ocurre, estamos preparados”.

Asimismo, remarcó “el secreto está en ponerle la pasión y el espíritu a lo que uno hace. En esto somos profesionales”.

MARCA REGISTRADA

Mafferetti es una marca, no es un nombre, no es un apellido. “Hace unos días, mi hijo Luciano llegó de Buenos Aires de la convención anual de ‘Total’, es la segunda petrolera mundial y me dijo: ´Mira lo que te traje, nos dieron un reconocimiento por ser uno de los diez distribuidores que tienen más de 30 años con la compañía. Cuando una firma está vinculada por 30, 40 y 50 años, algo bien habrá hecho y le han hecho. Esto es un mimo y un orgullo”, enfatizó.

EN EXPANSIÓN

Por otra parte, esta empresa familiar dedicada a la comercialización de implementos para bosque, jardín, riego, insumos para el agro, artículos para el hogar y muebles tiene locales en Junín y en Facundo Quiroga. “A ello hay que sumarle equipos de vendedores que viajan por casi el 40 por ciento de todo el país”, explicó.

CON LA MISMA PASION

Nino confesó tener sueños sin realizar y se siente “un agradecido a la vida. Por mi familia, por mis amigos. Andar en bicicleta, todo el día por Nueve de Julio y que la gente aún me grite para saludarme, es impagable”.

Además, indicó que cada mañana se levanta para trabajar y lo hace con entusiasmo y dejándolo todo. “Espero el Pulitzer de ustedes o el Oscar en ventas. Todos los días trabajo para recibirlo y me digo, hoy no me llegó, pero tal vez sea mañana y sigo trabajando feliz de la vida. Esa es mi esperanza”.

Finalmente, aseveró que “todavía hay firmas y amigos clientes de mi padre que aún siguen con nosotros. Por eso, esta nuestro slogan, nuestro ADN: ´Mafferetti, clientes para siempre´.